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Nadie te dijo nunca que sientas lo que el otro siente, ni que sufras a la par, ni que te reflejes en alguien. Pero al contrario de las demandas, las cosas que nadie pide son aquellas que más nos gusta hacer.
La vida está para andarla y exprimirla toda. Pero a veces aprender al lado de María podía ser un poco duro. O grande. O increíble.
María había logrado hacer llorar a María, unas 88 veces.
La primera mitad de los llantos habían sido provocados por peleas de ropa, de escuchas, de enojos. Los otros 44 en cambio, eran tan fuertes y emotivos, que ambas Marías habían decidido tratar de no crearlos más. Estaban convencidas de que si lloraban a la vez una por la otra, se desintegrarían.
Entonces cada vez que una cantaba, la otra María lloraba desde el público. Y a veces cuando una necesitaba un abrazo, la otra iba a darle una vuelta al perro.
Cualquier cosa era buena.
Porque al contrario de desaparecer en cada ridículo encuentro, este par de Marías se hacía cada vez más grande.
Nadie te dijo nunca que sientas lo que el otro siente, ni que sufras a la par, ni que te reflejes en alguien. Pero al contrario de las demandas, las cosas que nadie pide son aquellas que más nos gusta hacer.
La vida está para andarla y exprimirla toda. Pero a veces aprender al lado de María podía ser un poco duro. O grande. O increíble.
María había logrado hacer llorar a María, unas 88 veces.
La primera mitad de los llantos habían sido provocados por peleas de ropa, de escuchas, de enojos. Los otros 44 en cambio, eran tan fuertes y emotivos, que ambas Marías habían decidido tratar de no crearlos más. Estaban convencidas de que si lloraban a la vez una por la otra, se desintegrarían.
Entonces cada vez que una cantaba, la otra María lloraba desde el público. Y a veces cuando una necesitaba un abrazo, la otra iba a darle una vuelta al perro.
Cualquier cosa era buena.
Porque al contrario de desaparecer en cada ridículo encuentro, este par de Marías se hacía cada vez más grande.