sábado, 26 de octubre de 2024

Quebraduras

El polvo puede estar en las ramas de cualquier árbol, en escaleras, en las escuelas, sobre fotos viejas. En los soles de otras galaxias, galaxias oscuras y sin sombra que no existen y existen.


El polvo puede limpiarse con algun plumero pero un poco siempre va a quedar. Una vez que el polvo cae en la superficie es mejor no intentar esparcirlo, porque es peor. Nunca va a desaparecer del todo.


El polvo puede estar en todas partes, en las relaciones, en las amistades, en el amor. Y se acumula formando capas y capas de polvo y de silencios. Acumulándose hasta armar otra cosa diferente, una cosa empolvada que ya no es lo que solía ser.


¿Quién hizo este polvo?

Nosotros, los rotos.


MANADA

 Se le nota que fumó. No tanto ni mucho tiempo, pero se escucha en lo áspero de la voz. El bigote le tapa apenas los labios. 

Camisa a cuadros, manga corta. Una moda que se le hizo hábito.

Fernando lleva las llaves colgando de una chapita y esa chapita a su vez cuelga de su vaquero. Si, usa vaqueros. 


Hoy somos 4. Y hay que dormir.

A mi hermano más grande no le cierra tanto la idea, está embolado.

A mi hermana del medio le sobran las ganas de escucharlo hablar.

Y a mi me gusta todo lo que implique estar con mis hermanos.

Por las buenas, por las malas, somos una manada y yo voy a formar parte aunque me cueste un zamarreo.


La historia empieza siempre más o menos igual: hay barcos, armas, piratas, ballenas, olas gigantes, noches, frío.

Se escucha una pausa.

-Y qué pasó?- pregunta cada tanto uno de mis hermanos

Más pausas.

-¿A donde fueron?, ¿cómo se escaparon? , ¿por qué se hundió el barco?-

Infinitas pausas.

Nadie sabe bien lo que va a pasar en la historia pero cuando lo miro, papá retoma el tema de los ositos que a mi tanto me gustan. Una familia de osos, un osito en peligro, un oso papá que sale al rescate.


Dicen que una se olvida de las voces de las personas que ya no están. 

Pero también dicen que los malos nunca ganan y los buenos no se mueren.


Estoy bien acá. Me gusta pausar el tiempo.


Rita GRITA

Cuando hacemos las cosas mal me asusta y cuando las hago bien, va marcando el ritmo con aplausos que retumban en todo el salón. Un salón que es un garage, pero tapizado de espejos y con barras por todos lados.

Rita ensordece. Tiene lycra por todo el cuerpo, un entusiasmo que le desborda, que nos desborda.

Rita prepara desde julio el baile de noviembre, las coreografías, los trajes, las lentejuelas, los tutu. 

Rita hace moños en las zapatillas y nudos en la panza cuando decide quién hará de princesa y quién de príncipe en la próxima muestra.


Rita tiene rulos salvajes pero mucho gel encima para domarlos, como me doma a mi cuando me hace parar de puntas. Puntas de yeso.

Rita grita, me saca ampollas y juanetes. 

Rita me agota. Todavía hoy duermo siestas en su nombre, a ver si un día recupero los años que pasé en ese garage.

Rita me quiere, porque dice que puedo. Yo siento que no quiero más. 


Rita cree que soy bailarina, un clásico de Rita.