viernes, 28 de marzo de 2014

Contagio

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Nadie te dijo nunca que sientas lo que el otro siente, ni que sufras a la par, ni que te reflejes en alguien. Pero al contrario de las demandas, las cosas que nadie pide son aquellas que más nos gusta hacer.

La vida está para andarla y exprimirla toda. Pero a veces aprender al lado de María podía ser un poco duro. O grande. O increíble.


María había logrado hacer llorar a María, unas 88 veces.


La primera mitad de los llantos habían sido provocados por peleas de ropa, de escuchas, de enojos. Los otros 44 en cambio, eran tan fuertes y emotivos, que ambas Marías habían decidido tratar de no crearlos más. Estaban convencidas de que si lloraban a la vez una por la otra, se desintegrarían.


Entonces cada vez que una cantaba, la otra María lloraba desde el público. Y a veces cuando una necesitaba un abrazo, la otra iba a darle una vuelta al perro.


Cualquier cosa era buena.  

Porque al contrario de desaparecer en cada ridículo encuentro, este par de Marías se hacía cada vez más grande.