miércoles, 15 de septiembre de 2010

Patas de cabra

Como en uno de esos cuentos de brujas y magia, todo absolutamente todo lo que Olivia pedía, aparecía en sus estantes y en su mochila. De sus padres había aprendido poco y nada y entre eso estaba el secreto para saber querer.
Así, el malcriado personaje pedía sin reparar en costos ni cantidades. La última muñeca, un kit de pinturas, no caerse nunca más de la bicicleta o que llegara el amor de su vida.
Olivia sabía cómo y cuándo pedirlo. Primero agradecía de antemano cada regalo que recibiría:
 -Me lo merezco! gritaba con los ojos cerrados.
- Me lo merezco y es mío! y se autoproclamaba dueña de vidrieras y hechos.
El último regalo tardó tanto en llegar que tuvo tiempo para detallarlo enterito. Le agregó el tono de voz, la mirada y dos o tres razones por las que pelearían seguido. Cerró los ojos y lanzó su hechizo.