viernes, 20 de agosto de 2010

3 días

Estaba en medio de una película francesa, o mejor dicho chilena. Una historia de Isabel Allende, donde las sombras no son tan claras.
Hoy vino un hombre a casa a ponerme Internet y teléfono. No fue una instalación más.
Sin saberlo, el tipo venía a traerme oro en polvo.
Mañana tengo que lavar la ropa y pasado comprarme un velador. Tuve problemas con ese término. “Velador” es un mueble y no una luz que ilumina las habitaciones para no tener miedo a los monstruos y brujas que, como es sabido, atacan de noche y por los pies.
En Tiago no hay gente maleducada. El agradable trato se mantiene constante sin altas ni bajas. Siempre igual. No hay gritos ni carcajadas, ni peleas, ni llantos. A decir verdad, no hay mucho.
Lo que si hay son locales. Miles de negocios con luz brillante que me hacen sentir que la vida es comprar, vender y gastar. Dependiendo de mi ánimo me gustan o me revuelven las tripas. 
Hace un mes atrás, a cinco cuadras de mi casa en Buenos Aires, inauguraron un Farmacity. Si, una ciudad de Fármacos, donde se puede ser feliz por un ratito, con esas mismas luces blancas que nos avisan que los martes a la noche también hay vida en la ciudad.
Si Farmacity es un nombre ridículo, mejor no analicemos mucho “La casa del enfermo”. ¿Qué se vende en esa cadena chilena? Nunca entré, pero me imagino que curitas, vendas y bastones.
Es divertido adivinar qué se vende, según el nombre del local.
“Tres Hermanos”, “Te sigo queriendo” y “La morocha”. Almacén, Ropa y un bar en la costanera.
Ya sé que los prejuicios son de la vieja tierra, pero el amor fugaz y ponerle mucha sal a la comida también. Así que para decretar lo que es bueno, sólo hay que saber dónde pararse.
Desde casa se ven árboles y el sol es constante en estos días. Tres días, de mil horas cada uno.
Mi vieja casa es una nave espacial comparada con mi nuevo lugar. Sé que cuando vuelva, voy a querer mantener esta linda antigüedad.
El clima es tan seco que se me quiebra la piel, aunque el alisado del pelo contrarresta y el balance da igual a Buenos Aires. Más cremas, menos secador.

Este, por ahora Tiago, me trata bastante bastante bien.