sábado, 19 de junio de 2010

Relevo de partes

Pedro busca lo malo aún en la espuma de baño y en los cuentos de hadas. No hay forma de explicarle que lo bueno está presente en todo lo que existe.
Desde que lo conozco, el tipo se refugia en el dolor de haber perdido a Elisa. Pedro vuelve una y otra vez a lo mismo.
Cae, sin ánimos de estar mejor y con unas ganas terribles de provocarnos lástima.

Hace unos veinte años, su plan maestro había consistido en que alguien se apiade de el, lo arrope, le de comida y lo deje vivir en una caja de cartón con alguna mantita para que huela en la noche. Así nunca iba a sentirse solo ni desprotegido.
Parecía un disparate para todos, menos para la estúpida de Elisa que cuando vio esas cejas caídas no pudo hacer otra cosa más que encargarse de él hasta que la muerte los separó.


Pasado el duelo eterno y al poco tiempo de haber almorzado con la que creía ser próxima novia, el nuevo Pedro empezó a pensar que ella podía ser la nueva Elisa. Radiante hembra capaz de cicatrizar heridas aún latentes en los cajones, en el pelo y en los bigotes de mi fiel amigo.

Más de sesenta y dos veces le he dicho a Pedro que abandone esa dolorosa forma de vivir, pero no es cuestión de insistir. El no para de explicarme que ya me ha oído y que si quiero cambiarlo, primero debería empezar a cicatrizar a mi propio Pedro.
Ese que según él todos llevamos dentro.