martes, 9 de junio de 2009

Volver



La nena soltó esa cadena que le lastimaba las rodillas, se desató el moño del pelo y completamente despeinada fue a buscar a los tres negritos que la hospedaron por setenta días y medio en una de las casas del barrio Mantú Mará.
Durante ese tiempo se dedicó a plantar árboles. El más grande fue un Tilo, que ahora vive con ella en la casa del techo de vidrio.
Después jugó a cocinar, a lavar la ropa y a mover las manos hasta confundirlas con el viento.
Cumplidos los setenta días, volvió.
Volvió ella y su mochila de pesares.
Volvieron los colectivos repletos de gente, los encontrones de Parque Patricios, las histéricas botas de invierno, un insoportable concurso de cine y varias peleas con la otra nena que vivía no tan lejos de la casa con techo de vidrio.