martes, 9 de junio de 2009

Nada por sentado

Se suponía que estaríamos bien.
Que te volvería la calma al cuerpo.
Que tu histeria urbana iba a cesar.
Que acá ibas a encontrar lo que tanto te estaba haciendo falta.
Que ya no pelearías con las nenas de la cuadra.
Que te harías biodegradable.
Que formaríamos uno.
Pensaba que después de un tiempo,
dejarías de encapricharte con los políticos, con los sueldos, con las huelgas.
Habíamos quedado en que me llamabas a las once de una noche.
Se suponía que no eras tan imbécil.