miércoles, 3 de junio de 2009

La envidia sin respaldo

Por creer en fantasías,
de sentirse el centro mismo
de una vida muy cercana,
que se aleja por ajena,
una vida que te engaña,
te revuelve,
ya no es tuya,
te estabas volviendo, loco,
inseguro, insatisfecho,
más que nada una resaca,
una escoria de tu mundo,
un vacío existencial.

Por la espalda lo atrapaste, te vengaste, lo escupiste,
lo pinchaste, lo mataste
y él no supo a quién mirar.
Quemarropa muerte sana,
deja viva incertidumbre,
que despierta entre los muertos
y no vuelve a apaciguar.
Cementerio de rencores,
de palabras no cruzadas,
de miradas imprevistas,
de atracones de maldad.

Cuatro ojos que no ven, se desplazan por la nuca,
dos de ira,
dos de miedo,
ojos ciegos que no ven.