sábado, 30 de mayo de 2009

Un frío Imprevisto

Siete mujeres entran por la puerta casi al mismo tiempo. Azucena sigue acomodando la mercadería estante por estante, hasta terminar por el más alto. Separa los colores: rojo, azul, verde y gris. La nueva temporada de invierno está a punto de empezar.
Una señora me toma el tobillo, desesperada, grita el nombre de su hija.
- ¡Robertita, vení!
- ¡Soltáme, loca frenética! ¿Cómo me vas a agarrar así?
Azucena intenta calmar la situación.
- ¿Vos sos Roberta? Creo que te llama tu mamá.
La tensión entra en su punto máximo cuando Roberta intenta una y otra vez explotarme la cintura.
En el salón ya son veinte mujeres buscando dónde gastar plata.
- Lo que no me gusta es el color. ¿En azul no lo tenés? - dice una chica insulsa de un metro noventa.
- ¿Y a vos en violeta no te tienen, flaca? No, no tenemos en azul. Decile, Azucena, decile que sólo hay en amarillo, si no le gusta que se vaya.
Y decile a Roberta que me va asfixiar si no me suelta.
Y a Carlos, ese tipo que está ahí parado que deje de mirarme. Que a su secretaria le compre una pollera mejor, que a mí no me joda.
- Azucena, ayudame. Las chicas que están ahí ya me miraron de arriba abajo. Habíamos quedado en otra cosa, no me hagas esto. Azucena, ¿qué estás haciendo?
- Pará, pará un poco, ¿qué hacés? ¿te volviste loca? Soltame, nena.
Desde el cuartito del fondo saca un canasto y un Blem para el brillo. Marcador indeleble en la cartulina: ¡Liquidación de verano! Llévese todo por 20 pesos.
Me toco a ver si alcanzo a abrigar a alguien. No planchar, no lavar en caliente, blá blá blá, blá blá blá…talle 2…seda natural. ¿Seda natural?
Ahí vuelve Roberta. Me toma por atrás.